miércoles, 17 de junio de 2015

Me ha mirado mal después de pedirle dos folios pero sé que dentro de 15 minutos se acordará de todo como me acaba de explicar mañana. Estaba empanada mirando cómo la luz de estudio parpadeaba, qué estaría estudiando el señor (del que sus sobrino-nietos no deben de saber nada) que está en el mismo lugar con los mismos libros que cuando vine hace dos días, también pienso en los horrores que pasarán por la mente de quien esté observando mis tetas de preadolescente que se asoman por el lateral de mi camiseta a causa de la postura de mi cuerpo recostada sobre la mesa al escribir (también me hace gracia la cara de asco de la chica que está a mi lado leyendo todo esto y el asqueroso sonido que hace al morderse las uñas).

El caso es que le estoy viendo a través de la coronilla asomarse por una puerta la cual juraría que no existe, me mira por encima de las gafas como cuando le pregunte si él consideraba la anarquía apolítica. Sé que no estoy soñando porque su imagen me recuerda el abuelo loco de Rick and Morty. Me gustaría imaginarme que me lleva a un cuarto oscuro donde descubriré de una vez que mi sitio está en el placer del sadomasoquismo, ya que ponerme cachonda me resulta tan fácil y divertido como satisfactorio.

Pero por desgracia sé que él no tiene esa intención, estoy segura de que tiene una misión en la que le soy indispensable. Todo empezará en el momento en el que abriré la ventana a la vez que lo estudiantes levantarán la cabeza en dirección a mi presencia, entonces, mirando directamente el vacío del edificio de enfrente, saltaré y causaré el pánico en la sala ya que a causa del trauma de los acontecimientos, ninguno de los allí presente aprobará la materia la cual han abandonado al erguir sus cuellos.

Me mira fijamente y se relame los labios con una lengua puntiaguda.
No sé por qué me recuerda también a las pastillas blancas que guardo en el fondo de mi mochila, ojalá realmente fuesen droga.

sábado, 13 de junio de 2015

viernes, 5 de junio de 2015