No me apetece nada, ni siquiera pensar.
No quiero escucharte, no quiero escucharme.
Dios, cállate ya.
Si por no querer no sé ni qué hago tecleando
supongo que al fin y al cabo, no me voy a dejar ahogar.
No encajo ni quiero encajar.
Quiero cerrar los ojos y delirar.