viernes, 14 de junio de 2013

Coincidimos. Nos chocamos por el pasillo. Ella deja su mirada posada en mí, (pero su mente ni me reconoce), aunque no lo sepa sé todo sobre ella. No sé quién es su padre, ni su segundo apellido. Pero llevo tanto tiempo amándola con la mirada que sé interpretar cada mínimo de sus gestos.

Puedo decir, pues, que cuando se muerde el labio lo hace por impotencia, víctima de sus deseos (todos tan lejanos);
ese suspiro de esperanza, de que algún día volará y saldrá de esa jaula que la encierra;
también, ¡ hay cosas tan delicadas! como cuando se coloca el pelo a un lado, organizando cada mechón, enredándolo en una trenza que se deshace ligeramente;
entonces ahí se ponen en formación esos tres lunares de su cuello, ..con tal contraste... que, es entonces, cuando yo...
.
..me muerdo el labio.










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